Invitado por la gente de la Red de Pueblos Originarios, de Alianza Bocas, estuve un par de días (miércoles y jueves pasados), en la región del Teribe (o mejor dicho Naso) aprovechando para realizar algunas filmaciones y fotografías que utilizaré en diferentes espacios.
Cuando uno viaja por el Río Teribe arriba, para visitar las comunidades Naso, nunca puede predecir que le espera o que va a suceder, especialmente cuando tiene planeado quedarse a dormir en algún lugar en medio del recorrido. Y con esa expectativa me encontré con el resto del grupo en El Silencio, a orillas del río.
Allí tuve que esperar casi dos horas a que todos llegaran (la famosa puntualidad bocatoreña) y en el interín aproveché para hablar con los boteros y también observar (y filmar) una escena muy cómica, excepto para la víctima, del intento de subir a un enorme cerdo a un pequeño cayuco con motor, de los que se usan en ese río. El intento empezó muy mal porque el cerdo se resistía a ser subido (con las patas atadas) y terminó en el río. Por suerte el dueño lo tenía amarrado con una cuerda y de allí lo fue jalando hasta sacarlo del agua y luego, con la ayuda de otras personas subirlo al bote....
El río Teribe, como buen río que baja de montaña, tiene poca profundidad pero su caudal es muy rápido y con innumerables curvas que lo llevan a formar verdaderos bancos de piedras que son un peligro para la navegación. Por estas razones, los botes que se usan son de madera, de unos tres o cuatro metros, y con un motor no mas grande que 30 caballos (los mejores son los de 25 caballos), es decir una combinación ideal de altura de pata y potencia para poder subir el río sin golpearse con el fondo.
Los boteros deben conocerse el río como la palma de su mano... cualquier piedra que les cambian de lugar y se estrellan o dejan la pata del motor pegada... Especialmente en las curvas del río es donde demuestran su pericia ya que hasta derrapan como hacen los autos de carrera.
La navegación río arriba es muy diferente que la vuelta, río abajo. El viaje hasta Wekso, sede del PILA, demora una hora río arriba, y hasta Sieyik y Siekin, unas dos horas. Río abajo se reduce menos de la mitad, utilizando la misma fuerza del río pero con iguales peligros que a la subida..
Nuestro viaje inicial fue hasta Siekin, donde participé de una reunión de la Unión de Pueblos Originarios Transfronterizos, con representantes naso, ngobes, bribri, cabecar y maleku, cinco pueblos originarios que habitan en la región fronteriza Panamá-Costa Rica. La comunidad Siekin es de nasos, él único pueblo originario de América que tiene como autoridad un rey...
Allí dormí la única noche que pasé en el viaje, en una muy buena cama camarote (en la parte de arriba) con ese frío agradable que viene con las madrugadas. La comida, la normal de esa región: pescado de río o pollo con abundancia de patacones y de arroz.
Temprano en la mañana me levanté para ver el pueblo y sus alrededores cubiertos de una neblina que se fue disipando a medida que se levantaba el sol. Hermosas vistas ideales para la fotografía. Caminé un poco en el bosque pero, excepto una ardilla muy veloz, no pude ver otra cosa que aves...
El desayuno, además de una masa y los susodichos patacones, fue acompañado de uno de los cafés y chocolates más aguados que he tomado en mi vida. Lo del café lo comprendo porque para ellos es muy caro pero allí se produce chocolate... bueno, sobre gustos...
Como al mediodía salí de vuelta (la reunión continuaba hasta el día siguiente) porque necesitaba volver a Bocas esa misma noche. En el raudo camino, hicimos una parada en Wekso, sede del Parque La Amistad, donde bajé para hacer un poco de video en las instalaciones de Odesen, un proyecto de turismo comunitario que estamos apoyando en la Red de Turismo Comunitario de Alianza Bocas...
Llegamos de regreso a El Silencio como a las 4 de la tarde aunque aún tuve que llevar al botero a comprar gasolina a El Empalme y regresar. De allí a Almirante... fin del paseo. Cansadísimo pero feliz... En otro blog hablaré un poco más sobre este viaje, desde otra pespectiva...
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