Nuestra región, me refiero a Bocas del Toro y el sector del Caribe de la Comarca Ngobe-Bulgé, está acorralada por la política mercantilista del gobierno de turno, quizá en mayor medida que nunca antes. Para distraernos de sus verdaderos propósitos, utilizan todas las estrategias de las "relaciones públicas" habidas y por haber.
Están las estrategias demagógicas, dirigidas a las comunidades más pobres, donde todo se resumen a regalar (cosas de poco valor pero en cantidad, como las famosas bicicletas o las bolsas con comida que se distribuyeron en Changuinola) para engañar, justificar o hasta para disculparse sin querer admitirlo de sus enormes errores.
Están las estrategias mercadotécnicas, dirigidas a los empresarios de nuestra provincia, para hacerles creer que ellos son parte de ese desarrollo y que se beneficiarán con todos los beneficios que está recibiendo el país, sin darse cuenta que nuestros empresarios son simples marionetas y lacayos que sólo les sirven a los más poderosos para ayudarlos a enriquecerse más.
Por eso oímos constantemente afirmaciones por parte de algunos de nuestros conciudadanos aprobando lo lo malo que está haciendo este gobierno. A muchos de nuestros empresarios les falta tener personalidad propia y, peor aún, conciencia y responsabilidad con esta región que les está dando de comer. Como envidian a los más poderosos, tratan de imitarlos sin darse cuenta de que terminan siendo una caricatura de ellos.
Finalmente, están las estrategias educativas, dirigidas a nuestra juventud, mediante las cuales se pretende condicionar desde ahora su participación en la sociedad haciéndoles olvidar la vida real, disociándola mediante un lavado de cerebro generacional que les impida ver lo que pasa hasta que sea demasiado tarde. El Ministerio de Educación es, sin lugar a dudas, el medio utilizado para llevar adelante esta lamentable labor.
La minería a cielo abierto, las grandes represas y la venta de nuestras costas e islas es el precio que tenemos que pagar por querer ser parte de ese "desfile de carnaval" en el que siempre seremos las comparsas y nunca los directores.
En Bocas del Toro, cuando llega cualquier empresa que pretende usufructuar nuestros recursos, todo el mundo anda con una gorra, una camiseta, o una pluma con el logo de esa empresa. Llueven mochilas y útiles en las escuelas locales. Algunas hasta reciben algunas computadoras. Se comprometen a ejecutar obras para beneficio de las comunidades donde se asentarán… eso es de lo más común y tan usado que hasta se pelean entre ellas diciendo que ellos no son iguales a las otras que pasaron antes.
Recuerdo claramente que, al comenzar las mejoras del Parque Bolívar en Bocas del Toro, por parte de una de las empresas mencionadas, todos nos preguntamos ¿que lograrían “a cambio” con nuestras autoridades? Poco tiempo después lo supimos al aprobar el Concejo Municipal de Bocas del Toro el aumento en la altura de los edificios para que estos empresarios pudieran construir verdaderas moles de concreto, desvirtuando así nuestras declaraciones de preservar la cultura local. Y esas disposiciones aún están vigentes.
Abramos los ojos. Las bicicletas regaladas pueden engañar a los niños, pero no deberían engañarnos a nosotros, los adultos. A menos que no nos interese el futuro de nuestra región, ni nuestros descendientes.
domingo, 21 de noviembre de 2010
martes, 2 de noviembre de 2010
UN PAR DE DIAS EN EL TERIBE
Invitado por la gente de la Red de Pueblos Originarios, de Alianza Bocas, estuve un par de días (miércoles y jueves pasados), en la región del Teribe (o mejor dicho Naso) aprovechando para realizar algunas filmaciones y fotografías que utilizaré en diferentes espacios.
Cuando uno viaja por el Río Teribe arriba, para visitar las comunidades Naso, nunca puede predecir que le espera o que va a suceder, especialmente cuando tiene planeado quedarse a dormir en algún lugar en medio del recorrido. Y con esa expectativa me encontré con el resto del grupo en El Silencio, a orillas del río.
Allí tuve que esperar casi dos horas a que todos llegaran (la famosa puntualidad bocatoreña) y en el interín aproveché para hablar con los boteros y también observar (y filmar) una escena muy cómica, excepto para la víctima, del intento de subir a un enorme cerdo a un pequeño cayuco con motor, de los que se usan en ese río. El intento empezó muy mal porque el cerdo se resistía a ser subido (con las patas atadas) y terminó en el río. Por suerte el dueño lo tenía amarrado con una cuerda y de allí lo fue jalando hasta sacarlo del agua y luego, con la ayuda de otras personas subirlo al bote....
El río Teribe, como buen río que baja de montaña, tiene poca profundidad pero su caudal es muy rápido y con innumerables curvas que lo llevan a formar verdaderos bancos de piedras que son un peligro para la navegación. Por estas razones, los botes que se usan son de madera, de unos tres o cuatro metros, y con un motor no mas grande que 30 caballos (los mejores son los de 25 caballos), es decir una combinación ideal de altura de pata y potencia para poder subir el río sin golpearse con el fondo.
Los boteros deben conocerse el río como la palma de su mano... cualquier piedra que les cambian de lugar y se estrellan o dejan la pata del motor pegada... Especialmente en las curvas del río es donde demuestran su pericia ya que hasta derrapan como hacen los autos de carrera.
La navegación río arriba es muy diferente que la vuelta, río abajo. El viaje hasta Wekso, sede del PILA, demora una hora río arriba, y hasta Sieyik y Siekin, unas dos horas. Río abajo se reduce menos de la mitad, utilizando la misma fuerza del río pero con iguales peligros que a la subida..
Nuestro viaje inicial fue hasta Siekin, donde participé de una reunión de la Unión de Pueblos Originarios Transfronterizos, con representantes naso, ngobes, bribri, cabecar y maleku, cinco pueblos originarios que habitan en la región fronteriza Panamá-Costa Rica. La comunidad Siekin es de nasos, él único pueblo originario de América que tiene como autoridad un rey...
Allí dormí la única noche que pasé en el viaje, en una muy buena cama camarote (en la parte de arriba) con ese frío agradable que viene con las madrugadas. La comida, la normal de esa región: pescado de río o pollo con abundancia de patacones y de arroz.
Temprano en la mañana me levanté para ver el pueblo y sus alrededores cubiertos de una neblina que se fue disipando a medida que se levantaba el sol. Hermosas vistas ideales para la fotografía. Caminé un poco en el bosque pero, excepto una ardilla muy veloz, no pude ver otra cosa que aves...
El desayuno, además de una masa y los susodichos patacones, fue acompañado de uno de los cafés y chocolates más aguados que he tomado en mi vida. Lo del café lo comprendo porque para ellos es muy caro pero allí se produce chocolate... bueno, sobre gustos...
Como al mediodía salí de vuelta (la reunión continuaba hasta el día siguiente) porque necesitaba volver a Bocas esa misma noche. En el raudo camino, hicimos una parada en Wekso, sede del Parque La Amistad, donde bajé para hacer un poco de video en las instalaciones de Odesen, un proyecto de turismo comunitario que estamos apoyando en la Red de Turismo Comunitario de Alianza Bocas...
Llegamos de regreso a El Silencio como a las 4 de la tarde aunque aún tuve que llevar al botero a comprar gasolina a El Empalme y regresar. De allí a Almirante... fin del paseo. Cansadísimo pero feliz... En otro blog hablaré un poco más sobre este viaje, desde otra pespectiva...
Cuando uno viaja por el Río Teribe arriba, para visitar las comunidades Naso, nunca puede predecir que le espera o que va a suceder, especialmente cuando tiene planeado quedarse a dormir en algún lugar en medio del recorrido. Y con esa expectativa me encontré con el resto del grupo en El Silencio, a orillas del río.
Allí tuve que esperar casi dos horas a que todos llegaran (la famosa puntualidad bocatoreña) y en el interín aproveché para hablar con los boteros y también observar (y filmar) una escena muy cómica, excepto para la víctima, del intento de subir a un enorme cerdo a un pequeño cayuco con motor, de los que se usan en ese río. El intento empezó muy mal porque el cerdo se resistía a ser subido (con las patas atadas) y terminó en el río. Por suerte el dueño lo tenía amarrado con una cuerda y de allí lo fue jalando hasta sacarlo del agua y luego, con la ayuda de otras personas subirlo al bote....
El río Teribe, como buen río que baja de montaña, tiene poca profundidad pero su caudal es muy rápido y con innumerables curvas que lo llevan a formar verdaderos bancos de piedras que son un peligro para la navegación. Por estas razones, los botes que se usan son de madera, de unos tres o cuatro metros, y con un motor no mas grande que 30 caballos (los mejores son los de 25 caballos), es decir una combinación ideal de altura de pata y potencia para poder subir el río sin golpearse con el fondo.
Los boteros deben conocerse el río como la palma de su mano... cualquier piedra que les cambian de lugar y se estrellan o dejan la pata del motor pegada... Especialmente en las curvas del río es donde demuestran su pericia ya que hasta derrapan como hacen los autos de carrera.
La navegación río arriba es muy diferente que la vuelta, río abajo. El viaje hasta Wekso, sede del PILA, demora una hora río arriba, y hasta Sieyik y Siekin, unas dos horas. Río abajo se reduce menos de la mitad, utilizando la misma fuerza del río pero con iguales peligros que a la subida..
Nuestro viaje inicial fue hasta Siekin, donde participé de una reunión de la Unión de Pueblos Originarios Transfronterizos, con representantes naso, ngobes, bribri, cabecar y maleku, cinco pueblos originarios que habitan en la región fronteriza Panamá-Costa Rica. La comunidad Siekin es de nasos, él único pueblo originario de América que tiene como autoridad un rey...
Allí dormí la única noche que pasé en el viaje, en una muy buena cama camarote (en la parte de arriba) con ese frío agradable que viene con las madrugadas. La comida, la normal de esa región: pescado de río o pollo con abundancia de patacones y de arroz.
Temprano en la mañana me levanté para ver el pueblo y sus alrededores cubiertos de una neblina que se fue disipando a medida que se levantaba el sol. Hermosas vistas ideales para la fotografía. Caminé un poco en el bosque pero, excepto una ardilla muy veloz, no pude ver otra cosa que aves...
El desayuno, además de una masa y los susodichos patacones, fue acompañado de uno de los cafés y chocolates más aguados que he tomado en mi vida. Lo del café lo comprendo porque para ellos es muy caro pero allí se produce chocolate... bueno, sobre gustos...
Como al mediodía salí de vuelta (la reunión continuaba hasta el día siguiente) porque necesitaba volver a Bocas esa misma noche. En el raudo camino, hicimos una parada en Wekso, sede del Parque La Amistad, donde bajé para hacer un poco de video en las instalaciones de Odesen, un proyecto de turismo comunitario que estamos apoyando en la Red de Turismo Comunitario de Alianza Bocas...
Llegamos de regreso a El Silencio como a las 4 de la tarde aunque aún tuve que llevar al botero a comprar gasolina a El Empalme y regresar. De allí a Almirante... fin del paseo. Cansadísimo pero feliz... En otro blog hablaré un poco más sobre este viaje, desde otra pespectiva...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)